25 de octubre de 2008.
NUESTRA TOPONIMIA Y NUESTRA IDENTIDAD.
RAMON OTI GANDARILLAS
Miembro Junta Directiva de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC)
Hace tiempo leí al profesor Ramírez Sádaba unas reflexiones sobre el significado de la pérdida de un corpus toponímico. Venía a decir que con esa pérdida se marchaba también parte de la historia de ese lugar y de sus gentes, del pueblo que habitaba ese espacio.
La toponimia es el estudio del origen y significación de los nombres propios de lugar; refleja además el tipo de relación que mantienen los seres humanos con su entorno. Como también decía el profesor Ramírez en su obra “Liébana. Toponimia e Historia”, un topónimo es la huella invisible del ser humano en el entorno donde desarrolla su vida; la toponimia refleja aquellos lugares significativos para el ser humano hasta tal punto que se les concedía una denominación, por supuesto, en el idioma habitual en el que se expresaba el grupo.
Durante estos días, la Consejería de Medio Ambiente ha presentado un proyecto denominado Palabra Habitada que pretende ofrecer una primera cata del rico patrimonio toponímico de Cantabria con interés en materia medioambiental. A nuestro modo de ver, es un proyecto extraordinario, comprometido y comprometedor que pone en valor el inestimable acervo lingüístico que posee nuestra comunidad. Es, sin duda, un paso más en el reconocimiento de uno de los elementos que forjan nuestra identidad como pueblo, la propia nomenclatura de los lugares que frecuentamos, de los pueblos o ciudades en los que vivimos o de los coterus, collaus, brañas, llosas, lombas o regatus por los que pasamos.
El trabajo de Medio Ambiente es, a parte de bonito, atractivo e instructivo, fantástico, porque no es algo a lo que estemos acostumbrados en Cantabria por culpa de un aldeanismo provinciano que se ha preocupado y ocupado más de la destrucción identitaria y del prejuicio despectivo que de perseguir la investigación sobre nosotros mismos. Es además un proyecto implicado en la realidad de nuestro rincón geográfico, que busca la devolución de la identidad y la historia a determinados espacios naturales al denominarlos en su lengua, huyendo de la normalización castellanizante que ha arrasado Cantabria.
Es también una propuesta que reconoce la existencia definitiva sin titubeos y temores de un patrimonio lingüístico particular y propio de Cantabria que nuestros antepasados legaron al espacio físico en el que vivieron y que nos pertenece a todos por igual. Y como tal, obliga a las administraciones públicas a tomar partido por su defensa, huyendo de ciertos esteorotipos alimentados por un nacionalismo excluyente y ofensivo que ha pretendido aniquilar nuestra identidad y que poco tienen que ver con la realidad.
Estos tres argumentos son los que subrayan la verdadera importancia de “Palabra Habitada” y de ahí nuestras sinceras felicitaciones a los autores y patrocinadores del proyecto y nuestra invitación a ir mucho más allá, implicando a consejerías como Ordenación del Territorio y Urbanismo o Desarrollo Rural en el desarrollo de un proyecto que afronte con todo el rigor científico la tarea de dignificar a la propia Cantabria y al pueblo que en ella vive.
Hace escasamente un año, nuestra asociación presentó un mapa toponímico de Cantabria fruto de modestas investigaciones de campo. En su presentación, el Consejero de Cultura afirmó que era un instrumento, no sólo para alimentar la curiosidad de algunos, sino también para provocar los análisis, las investigaciones y para hacer preguntas. El trabajo de Medio Ambiente se puede plantear en esos mismos términos, pero ya no es hora de incitar al estudio, es el momento de arbitrar los cauces administrativos correspondientes obligar al estudio y para devolver a Cantabria su propio patrimonio. |