Bernardo Colsa LLoreda. Presidente de ADIC.
El doce de septiembre del pasado año, el Consejero de Cultura, Sr. López Marcano, mantuvo un encuentro en sede ministerial con el entonces titular del ramo, César Antonio de Molina para, entre otros temas, tratar la situación de Altamira, su estado de conservación, la extensión de la declaración de patrimonio de la humanidad hacia otras nueve cavidades cántabras y la convocatoria del Patronato de Altamira. No se cerró la fecha pero sí se concretó que el encuentro se celebraría antes de la finalización del 2008.
Ha pasado un año. La reunión no sólo no se ha llevado a cabo sino que, transcurrido este tiempo, no se tiene noticia alguna de cuándo pudiera celebrarse. Lo único, lo acontecido esta pasada semana, el conocimiento a través de canales alejados de la formalidad de algo que tenga que ver con Altamira lo que, por otra parte, se ha convertido en norma habitual, que no aceptable, en los últimos años. Y es que, lamentablemente, sobre Altamira siempre llueve de la misma manera: desprecio, ninguneo, falta de cortesía y nulo respeto institucional hacia Cantabria. Y, sinceramente, algunos creemos que ya está bien.
La última gota -hasta ahora- en el ya desbordado vaso de la paciencia, la que trascendió la pasada semana, la presentación de las conclusiones de un informe científico de las que se entera nuestro Gobierno y todos los cántabros por la prensa. Una más, como la que trascendió hace un par de años cuando se convocó una rueda de prensa en Madrid para presentar otro estudio del que tampoco nuestro Gobierno sabía nada, como cuando el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) traslada sus opiniones sobre la apertura de la cueva sin informar previamente a Cantabria.. Altamira está en Cantabria pero parece una isla, los cántabros somos los últimos en enterarnos de lo que se cuece en el complejo en torno a un bien que es patrimonio de la humanidad.., pero también de Cantabria..
Es perfectamente entendible, en consecuencia, la queja que nuestro Consejero de Cultura ha elevado esta semana ante el Ministerio: es inconcebible que el ejecutivo autonómico se entere de casi todo lo que acontece en Altamira, de los cambios de precios, de las investigaciones que se llevan a cabo en el complejo -pasando por encima de la propia legislación cántabra-, del calendario del CSIC respecto a una posible apertura de la cueva Altamira, de las exposiciones o actividades extraordinarias. por vías no regladas o extraoficiales. No es respetuoso, no es ético, no es justo: es inadmisible.
De ahí la necesidad de celebrar esa reunión pendiente y regular un mecanismo mediante el cual Cantabria participe en la gestión del centro a través de la cesión de competencias o de la cogestión del complejo. Es una demanda vieja que parece que a los responsables ministeriales les da igual, pero a los cántabros no porque repercute directamente sobre el activo más importante que poseemos desde el punto de vista del reclamo cultural y turístico; sencillamente, Altamira ubica a Cantabria en el mundo. Y es hora de recordarlo. Es insoportable que este verano venga por Cantabria la subsecretaria del Ministerio, Mercedes del Palacio y reste importancia a una posible cesión de competencias y/o intervención en la gestión o afirme que no es prioridad para nuestro gobierno cuando el propio López Marcano o el presidente Revilla lo han manifestado públicamente sin tapujos ni circunloquios. Es intolerable que esa señora venga a Cantabria y exponga que los acuerdos firmados en los años ochenta entre Cantabria y el Estado "no sean válidos en términos de derecho español" y no sólo no se haya hecho nada por resolverlo, sino que nadie aclare esas palabras y encima se pospongan las reuniones del Patronato, órgano en cuyo seno se debe solucionar cualquier asunto de titularidad, competencia o colaboración en la gestión. Y es realmente inaguantable que este verano venga a nuestra comunidad el Subdirector General de Museos, Santiago Palomero, y afirme sin rubor que está contento con el número de visitantes al Museo Altamira -cuando ni de lejos se cumplen las expectativas y las cifras caen año tras año- o se resigne a calificar de accesorio el cierre de la cueva original tras siete años de silencios y rumores sobre la posible apertura de la cavidad más famosa del mundo.
Para rematar la jugada sólo falta que abra la boca la ministra Ángeles González Sinde, que desde que a comienzos de abril ocupara el cargo, aún no ha dicho nada a pesar de sus venidas a Cantabria y del exhaustivo conocimiento que tiene de nuestra Comunidad por diferentes motivos ajenos a su actual ocupación. Sería interesante saber cuál es su opinión sobre este Patrimonio de la Humanidad que recientemente se ha visto enriquecido con diecisiete cuevas más, dimensionando extraordinariamente la región cantábrica como un lugar excepcional en el arte rupestre. Por cierto, nueve de esas cuevas son de titularidad exclusiva de Cantabria ¿las "expropiarán"?
Altamira no es ninguna broma, no es ningún bien con el que mercadear según los antojos de cada uno; hablamos de un centro de referencia, de un icono fácilmente reconocible por cualquier ciudadano de este planeta, algo impagable. No se la puede tratar cual urro en mitad del territorio cántabro. Su categoría como patrimonio mundial obliga a ciertas particularidades en la gestión pero no a la burla permanente, a la desinformación, a la desconsideración o a la descortesía. Obliga a contar con el lugar que orgullosamente la acoge, Cantabria. De la manera que se estime o decida, pero contando con ella porque la cueva original y el Museo necesitan estar integrados en su contexto geográfico y cultural para alcanzar una eficaz y particular puesta en valor de su extraordinario potencial. La convocatoria del Patronato de Altamira es urgente y es necesaria porque no se puede silenciar más la voz de Cantabria y porque no se puede aguantar más esa sensación de tomadura de pelo con reuniones aplazadas sine díe o ruedas de prensa en Madrid.