FRANCISCO COLSA LLOREDA// VICEPRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LOS INTERESES DE CANTABRIA (ADIC).
Se acaban de presentar los Presupuestos Generales del Estado para el año 2006 y, en el caso particular de Cantabria, como suele ser habitual, se generan dudas, se producen desencuentros, se suceden justificaciones, se precipitan las críticas y, después de todo tipo de declaraciones, nos quedamos como siempre, a la expectativa; y, en aquellas partidas que por su naturaleza son las más exigentes en cuanto a esfuerzo presupuestario, caso de Fomento, nos mostramos un tanto dubitativos y, como habitualmente desde hace decenios, desesperanzados, desamparados, decepcionados y, al final algunos nos sentimos enojados y encolerizados. Pero la lectura de los mismos no hace otra cosa que reafirmar lo que nuestra clase política decidió para Cantabria en materia infraestructural a comienzos de año. A algunos nos gustan poco o, mejor, nos parecen más de lo mismo -escasez de compromiso del Estado y falta de energía para afrontar el déficit infraestructural-, pero al menos se atisba un compromiso con las exigencias planteadas desde Cantabria. Son por tanto, coherentes, pero habrá que estar a la expectativa para que, en consecuencia, se cumplan los plazos que demanda Cantabria para la conclusión de las obras. Aceptados estos plazos por la totalidad de nuestro arco parlamentario, no habría lugar a reproches pero, sin embargo las críticas no sobran, las necesidades hay que recordarlas pues tenemos urgencias históricas y, además, se plantean cuestiones que merecen alguna respuesta.
Y es que estos presupuestos, aún con ser como dicen los más elevados de la historia, tienen determinadas lecturas, sobre todo en las dotaciones presupuestarias de Fomento que, aunque supongan un aumento del 12% respecto al ejercicio 2005 y un 14% respecto a las cifras de 2004 y 2003, no dejan de ser cifras insuficientes para reparar la 'deuda histórica' que infraestructuralmente tiene el Estado con Cantabria. Desde este mismo foro nuestro colectivo ha pedido reiteradamente unidad de acción política y social para reparar la desidia estatal hacia nuestro pueblo, hemos pedido que se saque a la población a la calle para exigir que acabe la marginación, hemos solicitado que se elabore un estudio sobre el desequilibrio para exigir soluciones e incluso hemos sugerido que sea nuestro propio ejecutivo el que se adelante al español para llevar a cabo los proyectos y pasar luego 'por caja' para recuperar los anticipos -como hacen otras comunidades-. Mientras, vemos pasar compromisos con otras autonomías, desarrollo en otras áreas, planes de acción concretos para dinamizar determinados lugares..... ¿Por qué nos da la sensación de que en Cantabria el tiempo no pasa igual que en otras Comunidades?.
Pues por ejemplos como la Autovía de la Meseta, sobre la que se mintió desde el principio con sus plazos, con su financiación y con la posibilidad de afrontar a la vez otros proyectos trascendentes, como se encargaron de pregonar los voceros de turno y que aún hoy eluden su responsabilidad acusando a los adversarios políticos. Con el proyecto de presupuestos en la mano, más del 97% del total de lo asignado para carreteras el próximo año se destinan a pagar las obras de la Autovía de la Meseta, lo que quiere decir que queda un remanente escasísimo para poder financiar otras actuaciones necesarias. Cierto es que hay que pagarlo y que eso es inversión, pero el hecho de financiar estas obras por el método alemán implica que, cuando se debe afrontar el pago, escasean recursos para destinarlos a otras obras y los cántabros no estamos para que nos escatimen fondos. En consecuencia, esto no es más que una clara muestra de la falta de compromiso de los populares de entonces y ahora y de los socialistas también de entonces y ahora sobre la complementariedad de grandes infraestructuras o sobre la existencia de fondos para financiarlas. El paso de los años ha demostrado que, desde el punto de vista del Estado, Cantabria tiene bastante con que se le haga la Autovía de la Meseta, como afirmó un denostado ex parlamentario 'popular'. ¿Como si tuviéramos todavía que pedir perdón por ser la última Comunidad que culmine sus accesos hacia el centro peninsular!
En Cantabria -o para ella- siempre se aplica la misma sentencia, la inercia temporal acabará solucionando las infraestructuras. Y en estos presupuestos encontramos otro ejemplo, la escasa aportación para la conclusión de la Autovía del Cantábrico, un proyecto retrasadísimo por el continuo vaivén de ideas a la hora de concretar la finalización de la obra. Perdidos ocho años por la obcecación en llevar a cabo la unión de Zurita con Parbayón a través de una vía de pago, al final triunfan las tesis lógicas y se apuesta por unir Torrelavega con Solares de manera libre. El proyecto, apunto de ser entregado, posibilitará que el año que viene se pueda licitar y adjudicar y, en condiciones normales, concluir en 2008. Habrán pasado diez años desde que se inaugurase el tramo Torrelavega- Cabezón. Mientras tanto seguiremos soportando una sobreutilización de la Santander-Torrelavega, autovía que, de momento, no contempla la posibilidad presupuestaria de mejora, ampliación o desdoblamiento.
Pero para Cantabria siempre hay tiempo, dice el Estado. Si en 2003 se asignó un millón de euros para la alta velocidad ferroviaria, sesenta mil euros un año después, casi un cuarto de millón para 2005 y ahora setenta y seis mil, no se hace otra cosa que continuar con el desprecio hacia nuestra Comunidad, relegándola o, mejor dicho, manteniéndola en el pelotón trasero de las comunidades.
Claro que hay tiempo, no faltaba más, incluso para poder relegar un año más la Autovía Dos Mares, que bastante hay ya con pagar los accesos a Castilla, insultando la paciencia de los cántabros con una cifra pírrica. Menos mal que la primera reacción de nuestro presidente fue la que fue -aunque algunos hubiéramos deseado más firmeza- y se anuncian enmiendas que amplían la inversión en un millón de euros más y evitan el sonrojo para un proyecto que ya se está dilatando demasiado.
Y es que alguien habrá de decir alguna vez la verdad sobre esta autovía y asumir su responsabilidad, aunque ahora se esté sentado en los bancos de la oposición. Una obra que los populares 'inician' en junio de 1997 con el gabinete dirigido por Arias Salgado, encargando redactar el proyecto entre Arenas y Miranda, estimando entonces un coste aproximado de ochenta y cinco mil millones de pesetas, que se llega a dotar con fondos en los presupuestos de 1999 y con horizonte temporal para el año siguiente, que se presenta en sociedad en la campaña electoral de ese año y se anuncia que se llevará a cabo al mismo tiempo que la Autovía de la Meseta, que sufre de repente un frenazo y no se sabe nada de ella hasta la campaña electoral de 2003 en la que ya ni populares ni socialistas creen en ella -los primeros porque siguen esperando el resultado de los ¿estudios? y los segundos porque apuestan por fortalecer el nudo de Barakaldo-.
Las inversiones de Fomento en Cantabria no nos las tomamos a broma. Algunos sí, a la vista está, pero la mayoría de los ciudadanos no. La práctica totalidad de los cántabros creemos que hemos sido históricamente mal tratados y que no podemos ni debemos soportar más cualquier dilación en nuestros proyectos infraestructurales. Analizando los presupuestos se comprueba que se ajustan, más o menos, a las enmiendas presentadas por nuestro parlamento al Plan de Infraestructuras y que, recordemos, hablan entre otras de la conclusión del tramo Solares-Torrelavega, la Ronda Bahía y la unión entre Aguilar y Burgos para 2008 y la conclusión de la Autovía Dos Mares y de la Alta Velocidad con Madrid hacia 2012. Pero esto no evita que se recuerden desidias pasadas y olvidos del presente, como el de la futura S-30 en la que sólo se presentan partidas para el tramo entre Peñacastillo y Cacicedo y nada para el que une la localidad camarguesa con Parbayón y para el enlace de éste con San Salvador, o la escasa dotación para la variante de Potes, o la nula aportación a la mejora de la Santander-Torrelavega.
Los Presupuestos no son malos pero tampoco son buenos a pesar de que algunos se empeñen en decir los contrario. Son los más elevados de la historia pero no muestran el salto cuantitativo necesario. Como cántabros y como cantabristas nosotros no nos conformamos con estas dotaciones. Queremos más por muchos motivos, pero sobre todo para reparar el daño causado durante decenios y que ha lastrado nuestro desarrollo. A pesar de que por primera vez en muchos años hay una voz exigente en Puertochico, y que presumiblemente sin ella no hubiera sido posible acometer algunas obras -como la Autovía Dos Mares- es necesario que nos dejemos de partidismos, rencillas y personalismos para de verdad luchar por hacer entrar a Cantabria en la modernidad. Algunos no lo entendieron en el pasado cuando estaban en la oposición política y ahora nos gobiernan y otros tampoco lo comprenden cuando estando actualmente en la oposición olvidan premeditadamente su escaso compromiso con Cantabria.
Por cierto, independientemente de que los PGE sean buenos o malos, de que queramos más obras y más partidas, lo que no se puede es disimular y maquillar los datos afirmando que somos la quinta Comunidad del Estado en cuanto a inversión por habitante aún siendo cierto cuando tenemos un déficit secular como el que soportamos, cuando nos comparamos con lo que tienen en nuestro entorno, cuando observamos como se apuesta por otras comunidades, cuando no se afrontan aún los grandes retos pendientes en materia ferroviaria o cuando continúa muy pobre la inversión en el puerto santanderino. Y más si tenemos en cuenta que no cuesta lo mismo hacer un kilómetro de autovía en Cantabria que en Palencia. Los cántabros somos pacientes, solidarios y sufridores, pero no son tan fáciles de manipular. Seriedad, compromiso, rigor, unidad.... sólo así lograremos que nuestros objetivos se cumplan.