LAS INFRAESTRUCTURAS Y LA ÉTICA POLÍTICA.
FRANCISCO COLSA LLOREDA - VICEPRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LOS INTERESES DE CANTABRIA (ADIC).
Desde hace algún tiempo, la sociedad cántabra está asistiendo a un debate sobre el problema infraestructural en Cantabria que, a grosso modo, viene a convenir que existe un componente de 'deuda histórica infraestructural' que ha postergado el desarrollo de Cantabria unas cuantas décadas, lo que ha traído consigo un retraso competitivo del que la propia sociedad ha sido la primera damnificada.
Todos los ciudadanos coincidimos en las respuestas sobre este asunto y que se enmarcan en una visión negativa sobre las actuaciones que los sucesivos gobiernos españoles han tenido en esta materia que traslada, a su vez, un escepticismo sobre las promesas de proyectos, perfectamente entendible, por otra parte, tras años de retrasar obras en virtud de argumentos falaces, cuando no silencios cómplices.
Por eso ahora, cualquier inversión o plan que se plantee es recibido con indiferencia y desconfianza a la espera de ver como se concretan esos proyectos. Da igual la voluntad del Gobierno actual o la reivindicación del de Puertochico -que por primera vez asume las limitaciones, critica los errores y convierte la deuda infraestructural en bandera de la defensa de los intereses de Cantabria- el caso es que la credibilidad de la clase política cántabra se pone en entredicho al convertir por causa de las disputas políticas las demandas y la unidad de acción exigible y recomendable en motivos de enfrentamiento basadas en el famoso «y tú más» y utilizando, encima, manipulaciones en los datos y ocultaciones deliberadas de la verdad.
En Cantabria hay muchos que deben mantener un profundo silencio por acción u omisión, por ética y dignidad política. Tanto 'populares' como 'socialistas' tienen mucho que callar y mucho de lo que avergonzarse por su falta de compromiso con Cantabria. Pero no es así. Con toda la osadía que les permite usar cualquier argumento -por falaz que este sea-, destacados dirigentes políticos con importantes competencias en su momento, plantean sus discursos con un nuevo argumento para lograr eludir su responsabilidad y su trabajo, el de insultar tanto al rival como al actual presidente de Cantabria, tergiversando lo que sea con tal de excusar sus actuaciones o inacciones.
Nosotros no somos quien para defender a alguien o para justificar determinados actos, allá cada uno con sus criterios y valores. Pero sí somos miembros de la sociedad civil y ciudadanos de Cantabria, y como tales nos vemos en la obligación de afirmar que, en política, no todo vale. Si alguien quiere emponzoñar la vida pública con argumentos falaces, con el único objetivo de crispar rompiendo, además, una unidad de acción necesaria -como se exige en el caso del retraso infraestructural-, los ciudadanos de Cantabria deben contestar.
Y en este sentido, hemos esperado un tiempo prudencial para ver si algunas voces mucho más autorizadas que la nuestra, convenían en replicar un reciente artículo publicado en este mismo foro firmado por el anterior presidente del Gobierno de Cantabria, en torno al problema infraestructural de Cantabria. No es nuestro objetivo contestar otras opiniones pero las circunstancias hacen que tomemos partido, pues se está convirtiendo la política en una confrontación sin reglas éticas.
En ese artículo, el señor Sieso, después de loar las excelencias de su gestión y de su venerado adalid en materia de infraestructuras de transporte, comienza a despotricar dando argumentos que, a nuestro juicio, conviene aclarar.
Y esto lo afirmamos, porque sus planteamientos sobre las soluciones infraestructurales de Cantabria no fueron más que aplicaciones de lo ya puesto en marcha por anteriores gobiernos socialistas, fracasos y subsiguientes retrasos en la puesta en marcha de los proyectos, compromisos públicos como consecuencia de alianzas gubernamentales, incumplimientos a sabiendas de plazos de ejecución, apuestas electorales sin estudios rigurosos, desprecio hacia las instituciones de Cantabria, propuestas y declaraciones insolentes e impresentables, silencios vergonzantes y proposiciones fuera de lugar que no se ajustan a lo pactado y consensuado para engañar a la opinión pública. Algo bueno habrá, seguro, en su gestión, no lo dudamos, pero creemos que mejor algunos, como es el caso del ex presidente de Cantabria, deben guardar un discreto silencio, so pena de carecer del más mínimo sentido de la vergüenza. Demasiados porqués que conviene aclarar.
Porque la conclusión de la Autovía del Cantábrico desde Torrelavega hasta Unquera ya estaba en el anterior Plan de Infraestructuras ,por lo que al Gobierno entrante en 1996 sólo le restaba aplicar lo que ya estaba hecho; por cierto, se tardaron siete años en concluir las obras desde que se inaugurase la conexión con Bilbao. Mucha rapidez en la ejecución no hubo, desde luego.
Porque la solución dada por su gobierno a la conclusión de la Autovía del Cantábrico fue el tramo de peaje Zurita-Parbayón, que devino en fracaso estrepitoso al declararse desierta su adjudicación, prueba inequívoca de error en el planteamiento de la obra. La obcecación en llevar a cabo esa obra trajo consigo consecuencias muy graves. Entre otras, la primera: enterrar el proyecto Solares-Torrelavega, que ahora hay que retomar; la segunda: el gasto en la reforma de la carretera N-634 que podía haberse evitado y aplicado a otra cosa de haber tomado iniciativa a favor del proyecto ya elaborado; la tercera: la congestión del tráfico en la autovía Santander-Torrelavega que demuestra ineficaz gestión e inoperancia política a la hora de abordar las políticas infraestructurales, poniendo de manifiesto todo lo contrario de lo que debe ser una correcta actuación en esta materia y obligando ahora a asumir una reforma urgente en esa carretera, por encontrarse sobredimensionada; la cuarta, al unir la contratación de la Zurita-Parbayón con la llamada S-30, la Ronda de la Bahía, y fallar aquella, el proyecto también se paralizó y, en consecuencia, lo que ustedes anunciaron que se iniciaba en 1998 y concluía en 2002, se empieza a adjudicar en 2005.
Porque la Autovía de la Meseta, que su partido llevaba en el programa electoral de 1987, 1991, 1995 y 1999 no se puso en marcha hasta que no le quedó más remedio que volver a pactar con el PRC en 1999 y por la presión del señor Revilla exigiendo esta Autovía ante el retraso acumulado de la obra. Y es que conviene recordar que esa carretera se incluyó ya en el Plan de Infraestructuras de Transportes de 1993 que presentó el ministro Borrell con un horizonte de finalización para 2007. ¿Algún compromiso nuevo o la puesta en marcha de uno viejo?
Porque además, acuerdan en 1999 ejecutar la obra de esa carretera en seis años y cometen retraso tras retraso, no sólo en la ejecución de los tramos sino en la publicación de los proyectos. Porque Fomento hace caso omiso a un oficio del Ministerio de Medio Ambiente que obligaba a repetir el procedimiento de Declaración de Impacto Ambiental del tramo entre Molledo y Pesquera y el análisis de todas las alternativas entre Arenas y Reinosa. Y todo ello trajo consigo un retraso de al menos un año en la puesta en servicio de todos los tramos, incluido el último en adjudicarse, el Molledo-Pesquera que se licitó con un año de retraso y que además, cuando se adjudica, presenta un plazo que traslada la conclusión de las obras por encima del año 2005 pero que se silencia porque esa adjudicación se produce en plena campaña electoral.
Porque ni se plantean siquiera el ferrocarril que Cantabria necesita, lejos de las grandes declaraciones que todos hacemos de no ser menos que nadie. En los períodos electorales de 2003 y 2004 sacan proyectos inconsistentes sin saber cuál va ser la velocidad del futuro tren que nos unirá a Madrid, descartando otras alternativas y sin plantear siquiera alegaciones u objeciones a los inconcretos proyectos del Ministerio. Sabiendo que se exigen nuevas infraestructuras para poder llegar a Madrid desde Santander en dos horas y media, ustedes plantean proyectos y estudios donde no aclaran como circularían en vía única todo tipo de trenes, no contemplan el ancho de vía ni especifican cuántas, no aclaran las infraestructuras necesarias, proponen una velocidad anticomercial y no arreglan asuntos trascendentales como las cercanías ni al paso por los núcleos urbanos. Esas carencias en los proyectos denotan precipitación y falta de rigor, lo que no deja de ser lamentable, pues se comprueba que el verdadero interés de su partido y su gobierno no es Cantabria, sino motivaciones electorales. Y, lo que es peor, todo se realiza a sabiendas, silenciando incluso el informe que la Delegación de Gobierno en Cantabria emitió en 2003 denunciando la falta de rigor de los proyectos.
Porque ustedes son cómplices e instigadores del desprecio que comete el ministro Cascos en la inauguración de un tramo de la autovía de la meseta al minusvalorar y ningunear al presidente de Cantabria, que lo es de todos aunque no les guste. Lejos de condenar la actitud chulesca del ministro, ustedes la jalean y se regodean impertérritos por puro interés partidista.
Porque son unos osados que, sin ruborizarse en modo alguno, culpan hasta del mal tiempo y de los argayos al presidente de Cantabria y a la política infraestructural de sus adversarios políticos, llegando a proponer soluciones inadmisibles, irresponsables e irrisorias, como la de adecuar el uso de Palombera para el transporte de mercancías.
Porque ustedes encargan en 1997 redactar el tramo entre Arenas de Iguña y Miranda de Ebro de la Autovía Dos Mares y aseguran que esta obra se llevará a cabo a la par de la Autovía de la Meseta, presentando la obra en 1999 el entonces director general de Carreteras y dotándola incluso de fondos presupuestarios. Y posteriormente, cuando al ministro Arias Salgado le sustituye Cascos, la infraestructura se archiva sin que ustedes digan nada hasta cuatro años más tarde, cuando aseguran en promesa electoral que la carretera se hará si existe un proyecto que la avale. Luego nos enteraremos -tras entrevista en 2003 entre Aznar y Revilla- que esa carretera está archivada porque los estudios que se tienen desaconsejan la inversión sin que ustedes digan nada públicamente, acatando las órdenes de Madrid, sin plantear siquiera una mínima oposición.... Y todavía se jactan de su poder de reivindicación cuando, como Gobierno cántabro, se callan en un sonrojante silencio que sólo perjudica a Cantabria. Silencio del que siguen haciendo gala ahora, cuando sus compañeros de partido en Aragón plantean una alternativa a la Autovía Dos Mares por Aguilar, despreciando lo anunciado, estudiado, proyectado y presupuestado para la alternativa planteada desde Cantabria y lo acordado en nuestro Parlamento.
Porque ustedes pactan este mismo año con el resto de fuerzas políticas de Cantabria la unidad de acción a la hora de plantear alegaciones al Plan de Infraestructuras del que ustedes se burlan día tras día. Saben de sobra que los plazos de ejecución de las obras se negocian en los planes sectoriales, pero les da igual. Traicionan el consenso porque sí presentando proposiciones no de ley innecesarias o buscando el titular de prensa que ataque al Gobierno -cuanto más duro mejor- en un asunto que exige lealtad institucional y unidad de actuación política.
No se puede estar continuamente poniendo en entredicho apocalípticamente la política de nuestro Gobierno porque, además de no ser cierto, los hechos y la historia demuestran otra cosa. Dedicarse a dar ejemplo cuando se es el menos adecuado para ello es de un descaro tal que no merece la pena que se presenten con la etiqueta de representantes de la dignidad y del buen hacer ante el pueblo cántabro.
El problema infraestructural de Cantabria viene de muy lejos y ningún Gobierno ni 'popular' ni 'socialista' ha sido capaz de vislumbrar una solución de choque que acabe con ese déficit histórico. Los gobiernos de Cantabria, los autónomos y los provinciales, no cambiaron ni innovaron en materia infraestructural. Hablando de los más recientes, se dedicaron durante la década de los ochenta y primera mitad de los noventa a desprestigiar la autonomía y a perder un tiempo precioso en la gestión de nuestro autogobierno, sin ser capaces de articular siquiera un documento de base para afrontar los retos infraestructurales en la transición entre ambos siglos o en el proceso de integración europea. Posteriormente, se hizo seguidismo y sucursalismo de lo que nos mandaban desde Madrid. En todos esos gobiernos estuvieron ustedes, los 'populares', incapaces de presentar un plan de infraestructuras para Cantabria. Ustedes cayeron en el error de practicar políticas coyunturales a problemas que exigían medidas estructurales. Su apuesta por las infraestructuras no se aplicó con carácter global, que es como deben ser asumidas estas cuestiones para estructurar el país primero internamente y posteriormente con la redes transcomunitarias, para dinamizar el conjunto del territorio, para lograr un desarrollo lo más armónico posible de las distintas comarcas o regiones de Cantabria; en definitiva, para integrar Cantabria.
Ahora ya no gobiernan y el Parlamento acuerda por unanimidad unas alegaciones al PEIT que se integren a su vez con un proyecto de Cantabria que al menos tiene una visión de futuro -equivocado o no-. Esas alegaciones exigen al Gobierno del Estado que cumpla con las demandas del pueblo cántabro, que quiere soluciones de futuro que no empeñen su porvenir por decisiones erróneas y precipitadas.
Y los gobiernos presididos por usted, demostrado creemos ha quedado, no han sido capaces de corregir ni propiciar nada, más que precipitados e inacabados planes. No dé lecciones porque es el menos capacitado para darlas, al haber sido un cómplice del desprecio al que ha sometido el Estado a Cantabria. Desde el respeto que nos merece como lo que ha sido y como lo que es, le recomendamos que no menosprecie al pueblo cántabro manipulando los datos y que dedique sus energías a colaborar con el Gobierno a solucionar los problemas de todos los cántabros. Y no se equivoque, no creemos que estos pasen por devolverle a usted o a otro de sus correligionarios el sillón de presidente, sino por lograr mayores cuotas de bienestar. |