Presentación en la Asociación ADIC del libro: “De "CANTABRIA" y "ASTURIA" al surgimiento de (las) "ASTURIAS" (ss. VIII-IX)". LA GESTACIÓN DE LA RECONQUISTA EN EL ÁREA CÁNTABRA”. Será el 24 de noviembre, viernes, a partir de las 19:30 horas e intervendrá su autor, el historiador Ángel Ocejo Herrero.
Ángel Ocejo Herrero cuenta con una dilatada trayectoria en investigaciones vinculadas con los pueblos del norte de Hispania y de la meseta del Duero en épocas prerromana y romana, especialmente centradas en los antiguos cántabros.
El presente trabajo trata de demostrar que cuando se escribieron, muy a finales del siglo IX, en tiempos del rey Alfonso III (866-910), las crónicas ovetenses, remontándose sus redactores a narrar los ya por entonces lejanos orígenes del reino, se cometió una tergiversación histórica que ha llegado hasta nuestros días. Todos hemos estudiado de niños lo dicho por las antiguas crónicas acerca de que Pelayo se levantó con los “ástures” en “Asturias” contra los sarracenos. Pero, en realidad, cuando se escribieron, siglo y medio después, aquellas peripecias de Pelayo con sus seguidores -ocurridas en la primera mitad del siglo VIII-, se proyectaron anacrónicamente hacia ese pasado situaciones y nombres existentes en ese siglo IX en que se escribía, y no los de la época pelagiana. Así, generalizaron erradamente el nombre de “ástures” a más gentes de lo que en la época de los hechos correspondía e introdujeron -anacrónicamente también- como escenario de las acciones de los tiempos de Pelayo el término “Asturias”, cuando por entonces tanto este nombre plural como el alargado territorio al que hace referencia aún ni siquiera existian. Ciertamente, en la Edad Media la mayor parte del área cántabra oceánica pasó a denominarse con un nombre derivado del de sus vecinos.
Así, una parte más occidental acabaría integrada en “las Asturias de Oviedo”, mientras otra parte quedó bajo la denominación de “las Asturias de Santillana”. Hubo, pues, una hegemonía ejercida desde las tierras de los ástures que propició la extensión de esas denominaciones sobre tierras de gentes cántabras. Pero la cuestión clave a explicar es el porqué y desde cuándo surgió y se impuso este novedoso nombre “Asturias”, que eclipsó por el lado oceánico tanto al secular “Asturia” -el propio y clásico de la tierra de los ástures- como también al de “Cantabria”. Tras atender a esas cuestiones se concluye que no pueden considerarse como datos históricos ciertos, para los tiempos de Pelayo, ni la extensión del nombre “ástures” -o su variante “ástores”-, ni la presencia del por entonces inexistente corónimo “Asturias” en relación con las gentes y acontecimientos ocurridos en zonas secularmente cántabras hasta entonces, como las de Cangas de Onís y Liébana, tal como a posteriori se escribió anacrónicamente en las tardías crónicas ovetenses. |