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Fecha: 22/07/2022 fuente: ADIC
ADIC RECIBE EL TÍTULO DE MERINO MAYOR DE LOS NUEVE VALLES 2022
La Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) ha recibido este jueves el título de Merino Mayor de los Nueve Valles 2022 concedido por el Ayuntamiento de Reocín con motivo de la celebración, el próximo 28 de julio, del Día de las Instituciones. En nombre de ADIC ha recogido el título Diego Pedrajo, vocal de la Junta Directiva, que también ha recibido como símbolo la Llave de la Casa de Juntas de manos del Escribano Mayor de los Nueve Valles durante un acto al que ha asistido el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.

 

 

 El alcalde, Pablo Diestro, ha expresado en la entrega de la insignia que acredita el título que este era un «año especial, al cumplirse el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía de Cantabria» para que recayera en ADIC, «porque todo empezó con esta asociación». El título de Merino Mayor se recuperó en 2016, para reconocer a aquellas personas o entidades que tienen un papel relevante en la difusión de las tradiciones, costumbres e identidad de Cantabria.

«Ahora es muy fácil sentirse orgulloso de ser cántabro», ha afirmado el alcalde, porque muchos «ya hemos nacido en Cantabria», pero «hace 46 años, cuando se creó ADIC, no teníamos identidad, no eramos Cantabria» y «aquellos cien locos», en referencia a los firmantes del Manifiesto de los Cien, «se unieron con aquella idea tan revolucionaria, con el sueño de conseguir que Cantabria fuera Cantabria».. Un sueño, ha apuntado, que Miguel Ángel Revilla «nos puede contar, porque lo vivió», que consiguieron porque «fueron capaces de transmitir un sentimiento a todos los cántabros».

El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, ha destacado la especial contribución al proceso autonómico de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) en el transcurso del acto de entrega a esta organización del título de Merino Mayor de los Nueve Valles 2022. En su intervención en el acto, Revilla ha señalado que la autonomía de Cantabria, que este año conmemora su 40 aniversario (1982-2022), no se entendería sin la aparición en 1976 de ADIC, asociación que él mismo creó, junto a otras personas, y de la que fue su primer presidente.

 

«Todo empezó con ADIC, sin esta asociación no hubiera nada de Cantabria», ha remarcado el presidente, quien ha resaltado el papel que ha desempeñado la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria en la lucha por reivindicar la realidad de una región que «no quiere presumir de su gran historia, sino sólo reivindicar la identidad de un territorio pequeño pero abierto a todos, que no se enfrenta a nadie, sino que colabora para hacer más grande a una nación como es España, a la que pertenecemos y a la que admiramos».

Ha defendido la celebración de actos y eventos reivindicativos de la historia de Cantabria que sirvan para promover las tradiciones y el sentimiento identitario de los cántabros. «Nunca vamos a perder el nombre de Cantabria, una región que tiene tanta o más historia que ninguna del resto de comunidades autónomas que existen en España», ha dicho Revilla.

ADIC, que se fundó en 1976, con una situación política muy diferente, es actualmente «una asociación cultural y social, que no participa de la acción partidaria», aunque sí practica un «activismo constructivo en defensa de los intereses de todos los cántabros y las cántabras», y se suma a la defensa a luchas sociales que abanderan colectivos específicos, cuestiones «que nos preocupan», ha dicho Pedrajo, como «la pobreza infantil, el desempleo, la corrupción, la lucha por la igualdad, las luchas de minorías y colectivos oprimidos o marginados, el cambio climático..., los grandes desafíos de nuestro tiempo».

Al acto también han asistido los consejeros de Presidencia, Paula Fernández Viaña, y el consejero de Industria y Turismo, Javier López Marcano; la concejala de Cultura y Turismo, Eva Cobo; la Merina Mayor 2021, Dolores Gorostiaga; miembros de la Corporación; diputados del Parlamento de Cantabria, miembros de la Ejecutiva de la Federación de Municipios de Cantabria, y representantes políticos y sociales de la región.

DISCURSO DE DIEGO PEDRAJO (VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA DE ADIC):

Excelentísimas autoridades: Miembros del Gobierno y del Parlamento, Sres. Alcaldes, y especialmente el Excelentísimo sr. Alcalde de Reocín. Sra. Gorostiaga, nuestra antecesora en el cargo, y a todos los demás asistentes:

Es un inmenso placer estar hoy aquí, en un lugar con tanto significado histórico, en representación de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria, para poder agradecer la distinción como Merino Mayor, que es uno de los máximos honores que puede recibirse, y cuya concesión nos impulsa a trabajar con aún más empeño en el futuro. Aprovechamos esta ocasión para invitarles a visitar nuestra sede y conocer nuestra labor diaria.

Queremos también agradecer especialmente a nuestro anfitrión, el sr. Diestro, y al Gobierno de Cantabria, por mantener vivas las celebraciones alrededor del día 28 de julio, por las que tanto ha luchado nuestra asociación. La conmemoración de un día en el que, hace ya nada menos que casi un cuarto de milenio, más de 240 años, se reunieron aquí por primera vez un grupo de diputados, venidos desde toda Cantabria e incluso desde territorios hoy fuera de la misma, para constituir un cuerpo de Provincia.

En A.D.I.C. hemos sido testigos privilegiados, cuando no actores protagonistas, de la Historia reciente de Cantabria, desde nuestra misma fundación, que, como todos Vds. saben, no solo antecede a la Autonomía Política de aquélla, sino que es uno de los nervios principales de su germen.

Y es que no podemos dejar de recordar que estamos celebrando en este presente año el cuadragésimo aniversario de la proclamación de nuestro tan preciado Estatuto de Autonomía, sobre cuyo absoluto éxito hay un consenso general entre la población y las instituciones, pues no hay gestión más certera de los problemas cotidianos que la que se hace desde la cercanía al ciudadano.

No es A.D.I.C., sin embargo, una asociación política, en el sentido de una asociación que participe de la acción partidaria. Pero sí, como colectivo con vocación social, tiene la obligación de pronunciarse sobre la actualidad, y en ocasiones, de hacer un activismo que procura siempre ser constructivo. En defensa, como nuestro nombre indica, de los intereses de los cántabros y cántabras.

Cierto es que 2022 no es 1976, y hoy en día muchas de las grandes luchas sociales están abanderadas por organizaciones específicas, con las cuáles A.D.I.C. no puede hacer más que sumar sus fuerzas, de manera discreta. ¿Cómo no habrían de preocuparnos, aunque fuera como simples ciudadanos, la pobreza infantil, el desempleo, la corrupción, la lucha feminista por la Igualdad, o las luchas de las minorías, o el Cambio Climático? Grandes desafíos de nuestro tiempo para los que, sin embargo, A.D.I.C. no tiene una solución o una respuesta en solitario.

Sin embargo, desde nuestros comienzos, en nuestra asociación sí hemos destacado en algo, que es la lucha por la defensa de nuestra identidad, hasta el punto de que podríamos decir que, en cierto modo, esta I de “Identidad” podría sustituir a la I de “Intereses”. Es en la difusión de nuestra Cultura, y fundamentalmente, de nuestro Patrimonio, tanto Material como Inmaterial, donde la obra de A.D.I.C. ha cosechado sus mayores y más satisfactorios frutos, y esta es, hoy en día, una tarea que sigue necesitando de nuestro concurso, porque no se puede amar lo que no se conoce. Una lucha por la difusión de la Cultura, el Patrimonio y la identidad de una Cantabria que no es excluyente, que es positiva y no se construye contra nadie.

Y esta labor nunca termina. Hoy, cuando la crisis del modelo económico genera, en ocasiones, un conflicto entre Economía y Cultura, es más necesario que nunca invertir en Identidad. Nuestros vecinos, al Este y al Oeste de Cantabria, pero también muchos otros vecinos no colindantes, aunque pertenecientes a nuestro mismo ámbito común europeo, lo tienen claro, y han adoptado modelos de éxito al respecto.

La realidad es que no hemos encontrado aún con seguridad casi ninguna de las ciudades y puertos que mencionan las fuentes clásicas griegas y romanas en nuestro territorio, y la mayor parte de los yacimientos arqueológicos de época prerromana y romana de nuestra Comunidad permanecen sin un estudio en profundidad, siendo desconocidos por la mayoría de los cántabros y cántabras. Además, el desarrollo industrial y urbanístico –y también algunas catástrofes- han deformado gran parte de nuestros pueblos, villas y ciudades más señeras, o directamente destruido numerosas edificaciones medievales y modernas, habiendo ahora mismo en nuestra Comunidad más de dos docenas de edificios singulares o conjuntos arquitectónicos formando parte de una Lista Roja de Patrimonio en peligro.

Hay, no obstante, motivos para el optimismo. ¿Qué pueblo, de los más de 1.000 que hay en Cantabria, no tiene, al menos, una iglesia, dos palacios, media docena de casonas, una cueva, un par de humilladeros, un lavadero, algún viejo molino? Muchos de ellos, gracias a la loable iniciativa de instituciones y también –no deberíamos olvidarlo- de numerosos particulares, han sido recuperados y puestos en valor de forma ejemplar, en los últimos años, embellecidos, y en muchas ocasiones, acondicionados para su visita y disfrute, aunque sea estacional.

Como decimos, queda mucho por hacer: cada día, con la muerte de un anciano o anciana en cualquier pueblo de Cantabria, mueren viejas canciones populares, vivencias e historias del pasado, o los nombres más íntimos, y no oficiales, de parajes, fuentes o caminos. Muere también con ellos y ellas nuestra vieja lengua vernácula cántabra, una lengua propia y diferenciada, milenaria, y que es, seguramente, la mayor de las joyas del Patrimonio Inmaterial al que antes hacíamos referencia, y no solo consiste en un vocabulario diferenciado, sino que también es reflejo de una forma de vida y de pensamiento. Una lengua que hablaban o al menos, entendían, con seguridad, todos los diputados reunidos aquí en el año 1778.

Arden también, con la muerte de muchos de nuestros mayores, fotografías repletas de recuerdos familiares, pero también de datos históricos sobre arquitectura civil, paisajes, fiestas, costumbres o antiguas vestimentas; se malvenden o tiran a la basura libros y objetos variados, que podrían, de otro modo, con una mayor concienciación, terminar custodiados en los magníficos archivos y museos que posee nuestra Comunidad Autónoma.

Cierto es que estos también necesitan de nuestra ayuda: es mucho el Patrimonio Material que restaurar, que inventariar y digitalizar, y no siempre se poseen los medios materiales y humanos suficientes para ello. Desde las instituciones creemos que debería hacerse un esfuerzo aún mayor, y desde A.D.I.C. osamos sugerir ideas al respecto. Nuestras puertas siempre están abiertas.

Recuperar nuestro Patrimonio Inmaterial, al que hacíamos referencia con anterioridad, es quizá la tarea más urgente, e insoslayable, pues en apenas una decena de años habrán fallecido, desafortunadamente, todos los adultos nacidos en una era que podemos denominar preindustrial; todos los que han vivido, de forma más o menos plena, una Sociedad tradicional, con usos y costumbres en ocasiones milenarios, pero abocados a su absoluta e irreparable extinción. Desde A.D.I.C. creemos que debe hacerse un esfuerzo extraordinario para documentar los últimos restos de nuestra lengua y de nuestras costumbres tradicionales.

No debemos tener miedo a invertir recursos en conocer lo que somos y lo que atesoramos. Lo que nos es propio, y lo que compartimos con el resto del mundo, es algo que todos debemos admirar y que debemos mostrar y cuidar orgullosos.

Cantabria ha hecho durante las últimas décadas un esfuerzo denodado por convertirse en un atractivo turístico. Una región con una imagen amable, apacible, deseable. Esto ha sido bueno y malo a la vez. Debemos tener siempre presente –y seguro que lo tenemos- el riesgo de morir de éxito, que ejemplifican ciudades como Venecia. No quisiéramos ese final para nuestra tierra. Tampoco queremos convertirnos, como algunos auguran, en un mero lugar de retiro: todos deseamos un modelo de Sociedad próspero, variado, vital. Y no podremos serlo si renunciamos a la esencia que, en suma, nos ha hecho ser cómo somos y estar donde estamos.

Agradecemos sincera y profundamente el honor concedido, y les invitamos, humilde y amablemente, a hablar sobre proyectos.

Muchas gracias a todos. 


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